Este no es un viaje en moto como los anteriores. Pero bien vale la pena mantenerlo en este blog.
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Esperando para el embarque en el Prat |
Por ser el viaje más largo hasta la fecha. Por lo vivido en él. Y por que me ha gustado mucho lo que he visto.
Muy temprano
(demasiado para el cuerpo), salimos de casa en taxi dirección al aeropuerto de
El Prat - Barcelona.
Por delante, más de
20h. de viaje hasta llegar a nuestro destino. Aeropuerto Mariscal Sucre, Quito
, Ecuador.
Por el camino,
escala en Madrid (España), y otra en Panamá City (Panamá), para un vuelo de 20h
de duración (prevista).
La facturación del
equipaje en el aeropuerto no dio ningún problema. Todo perfecto con las 4
maletas, más 2 de cabina y alguna cosilla suelta. El primer posible
problema/duda solventado sin más.
Después de una
corta despedida, embarcamos en el vuelo hacia Madrid, donde aterrizamos en 1:15
min aprox.
Rápida “carrera”
por la T4 hasta localizar la puerta de embarque para el vuelo a Panamá.
Embarque sin problemas y bastante rápido para la cantidad de gente que
estábamos esperando.
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Madrid, visto desde el aire |
Esto es un “avión”,
y no las tontadas que usamos aquí internamente. 7 pasajeros mínimo por fila
(2-4-2 en la mayor parte del avión). En esta “lata” tenemos que pasamos las
siguientes 10 horas (un poco más), hasta aterrizar en Panamá.
Durante el vuelo te
entretienen bastante: películas a la carta, comida, merienda, etc. Más o menos
pasas el rato bien, aunque tantas horas son pesadas se mire como se mire. Y más
si el único paisaje que ves durante horas son nubes y agua (estamos cruzando el
“charco”, esto no es una “bañerita”). Al final intentas dormir un poco, aunque
en mi caso he preferido hacer poca “siesta” para controlar en lo posible el
jet-lag.
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En medio del Oceano Atlántico. Más de 10 horas viendo solo nubes y agua. |
Aterrizamos por fin
en Panamá City. Espero que nadie que pueda leer este blog se sienta ofendido,
pero después de 5 largas horas esperando en el terminal para poder embarcar en
el siguiente vuelo, la impresión de este aeropuerto ha sido mala. No por que
funcione mal (aunque hay una cosa que no me pareció normal, en las notas finales
lo explicaré), si no porque me recordó de mala manera al viejo Barajas de
Madrid o El Prat de Barcelona hace muchos años.
En si todos los
pasillos del aeropuerto parecen exactamente iguales, con las mimas tiendas a
cada lado y el mismo número de puertas. Y una imagen anticuada (aunque cuidada,
eso sí), que pide una remodelación / actualización.
Subimos por fin al
siguiente vuelo (este ya es el último), para recibir una buena atención, algo
de cena (choripan con cerveza – si, ya empezamos con las cervecitas-), y en el
que al final me dormí perdiéndome lo que al parecer fue un aterrizaje
“movidito” en toda regla. Me desperté cuando el avión ya rodaba por la pista en
busca del finger. Si es que!!!!! (empezaba a estar muy cansado).
Una vez pasado el control
de inmigración (sin ningún problema), fuimos a buscar las 4 maletas que
traíamos. Y aquí el clásico problema que todo el mundo cuenta…. No estaban
todas.
Después de más de 1
hora esperando dimos por perdida una de las 4, así que fuimos a reclamar para
localizarla. Según parecía, la maleta no había salido de Madrid. “Tócate lo que
no suena”. Y parecía que Barajas / Iberia era un buen binomio de seriedad y
responsabilidad. Pues no.
Tras el papeleo con
la maleta perdida, pasamos el control final de aduana sin mayor problema y
salimos al exterior. Por fin. Más de 20 horas después…, Quito (y un cigarrito
para celebrarlo).
Recibimiento /
presentación por parte de la familia (que vino casi en pleno a recibirnos), y
ha dormir en una cama tranquilamente.
Aún es sábado (12
pm), y mañana será otro día. Seguramente con una apariencia más normal y no tan
“hecho polvo”.