Si estuviésemos en Catalunya, hoy sería con bastante
seguridad, un día de resaca (etílica o de sueño, al gusto).
Sin embargo, para nosotros hoy es un día con mezcla de
sensaciones. Volvemos a casa, a la rutina diaria. Pero dejamos atrás familia. Y
eso siempre es triste.
Cargamos el coche con las maletas hasta los topes por que el
huevo no da para más y no por que llevemos mucho equipaje. Pusimos rumbo al
nuevo aeropuerto de Tabadela. Es curioso, en estos días hemos estado 3 veces en
total. Un promedio algo curioso, ¿verdad?
Llegamos sin mayor problema, descargamos el coche y lo
entregamos (sin problemas), en la agencia.
Como llegamos con algo de adelanto, nos tocó esperar un poco
para poder facturar y bastante más para poder embarcar, aunque antes de hacerlo
tuvimos las 2 mejores anécdotas del viaje.
Lo primero, una foto. Nos pasó justo después de “plastificar”
una de las maletas. Al darnos la vuelta nos encontramos con un fotógrafo con
todos sus artilugios a la cintura que nos preguntó si no importaba que nos
hiciese una foto. Dijimos que no y nos hizo un par. También nos preguntó a dónde
íbamos y porque habíamos ido a Ecuador.
La verdad, no pensé que fuese a publicar la foto, pero al
final si fue publicada 2 días más tarde en el diario "El Comercio"
Es la primera vez que salimos en un periódico |
La segunda fue un poco más tarde. A falta de 40 minutos +/-
para el embarque oigo por megafonía mi nombre. Me están llamando. ¿Para qué?
Resulta que de forma aleatoria se realizan registros manuales
del equipaje que va en el avión. Y me ha tocado por una de las maletas. La que
hemos plastificado.
En resumen, me llevaron junto con otras 10 o 12 personas a
una zona del aeropuerto donde nos esperaban agentes de aduanas y nuestras
maletas en el suelo. Después de pedir el permiso preceptivo (y en mi caso con
mucho cuidado de no rajar la maleta al quitar el plástico protector), te abren
la maleta, le dan un vistazo al interior apartando algunas cosas, comprueban y
preguntan alguna cosa, y como en mi caso no había nada raro, el agente de
aduanas M. Pinto decidió bastante rápido que podía continuar sin problemas.
Ah!, y la maleta la volvieron a plastificar enteramente y de igual forma a como
estaba.
De vuelta a la sala de embarque me permití gastar una broma
rápida a Gueivy. Le dije con toda la seriedad que pude que no podía salir en el
avión con ella y que debía volver sola ahora. En otro vuelo más tarde saldría
yo con las maletas. Se lo tragó ja, ja, ja. Le cambió la cara realmente :-)
Algo de lectura para el vuelo |
Cogimos el avión hasta Guayaquil, pueblo costero donde
teníamos la primera escala. No tan larga como la que tuvimos en Panamá en viaje
de ida, pero si lo suficiente para comprar tabaco (más barato todavía), antes
de subir al avión que después de algo más de 10 horas nos dejaría en Barajas,
Madrid.
Periódicos para todos |
puertas por donde embarcaríamos en el último avión a Barcelona.
Pasando por Tarragona |
Comimos algo ligero en el aeropuerto, embarcamos en avión y
1:15 horas después esperábamos por nuestras maletas en las cintas del
aeropuerto de El Prat (esta vez llegaron todas). Por fin en Barcelona.
Barcelona, antes de aterrizar en el Prat |
Salimos en busca de un taxi, y curioso, ahora he notado más
la sensación de altitud que en Ecuador. Una sensación de ser más “pesado”. Y no
he engordado.
Llegamos cansados al final del viaje, y hemos cambiado de
día, salimos el 24 de junio (lunes), y llegamos la tarde del 25 de junio
(martes). Es lo que tiene un viaje de casi 20 horas desde un país con una
diferencia de 7 horas en verano, 6 en invierno). Las próximas horas van a ser,
literalmente, para no hacer nada más que dormir ja, ja, ja.
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